Tráfico portuario mundial en 2025: Tensiones, oportunidades y el rol de América Latina
- Redacción DPE
- 22 jul
- 2 Min. de lectura

En lo que va del 2025, el comercio marítimo global ha revelado una marcada disparidad entre regiones. Asia lidera con fuerza: puertos como Shanghái y Ningbo-Zhoushan reportaron incrementos superiores al 20% en volumen de contenedores (TEUs) solo en enero. En contraste, Europa ha registrado una caída sostenida: entre enero y mayo, los puertos españoles movilizaron 229,9 millones de toneladas, un 2,9% menos que en el mismo periodo de 2024, según Puertos del Estado.
América también enfrenta desafíos. Puertos como Los Ángeles y Rotterdam sufren congestiones con demoras de hasta 10 días. Estos cuellos de botella se deben no solo a una demanda oscilante, sino a la falta de personal, sobrecarga de infraestructura y tensiones geopolíticas que obligan a rediseñar rutas comerciales.
En medio de esta reconfiguración global, América Latina ocupa una posición estratégica. Aunque no compite por volumen absoluto, su valor logístico y geopolítico es cada vez más relevante. México, por ejemplo, ha comenzado a recibir tráfico desviado desde Asia y Estados Unidos por congestión en otros hubs, fortaleciendo los puertos de Manzanillo y Veracruz. Brasil y Argentina continúan como gigantes agroexportadores, enviando soya, carne y granos principalmente hacia Asia. Chile y Ecuador expanden sus envíos de productos pesqueros y agroindustriales, capitalizando vínculos con Europa y Asia.
Además, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), cerca del 80% del comercio global sigue moviéndose por vía marítima, lo que confirma el papel fundamental de los puertos como nodos geoestratégicos. La región, sin embargo, aún lidia con brechas en infraestructura, digitalización y conectividad intermodal.
A esto se suma una nueva sacudida: los aranceles impuestos por Estados Unidos desde abril y en plena vigencia desde agosto. Las medidas incluyen gravámenes del 30% a importaciones provenientes de México y la Unión Europea, 25% a productos automotrices y manufactura fuera del TMEC, y hasta 50% en materias primas clave como el cobre, el acero y el aluminio. Estos aranceles, que buscan reforzar la producción interna, ya están teniendo efectos colaterales. Las tarifas logísticas han aumentado entre un 15% y 40% por conceptos de sobrefletes y congestión, mientras que la inflación en EE.UU. llegó a 2,7% en junio, afectando los costos de bienes importados.
Esta coyuntura representa tanto retos como oportunidades para América Latina. Por un lado, el fenómeno del nearshoring ha colocado a México y Centroamérica como destinos prioritarios para la relocalización de industrias que buscan estar más cerca del mercado estadounidense. Por otro, países como Chile y Brasil refuerzan sus vínculos con Europa y Asia como vía para diversificar sus socios comerciales y reducir la dependencia estadounidense.
El momento también exige una apuesta por la modernización portuaria y el fortalecimiento logístico. Empresas regionales y multinacionales —como Nowports, DHL y UPS— están desarrollando soluciones para mitigar el impacto de los aranceles, optimizar rutas y evitar hubs sobrecargados.
El tráfico portuario mundial está en plena transformación. América Latina tiene la oportunidad de redefinir su lugar en el mapa logístico global, siempre que logre articular inversión, estrategia y una narrativa de eficiencia, sostenibilidad y resiliencia.






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